viernes, 8 de mayo de 2015

Carta a Lorena y Ana Vilma

Estimadas diputadas:
A ustedes dos les tocará presidir la nueva Asamblea Legislativa. Y no solo presidirla, sino volver a darle dignidad y credibilidad. Tamaña tarea, luego del reino de Sigfrido…

Me encanta la idea que esta misión casi imposible la entreguemos a dos mujeres. Démosles chance a las mujeres, a ver si pueden arreglar lo que los caudillos arruinaron.

Para que ustedes dos, Lorena Peña, del FMLN, y Ana Vilma de Escobar, de ARENA, lleguen a dignificar la nueva Asamblea, más allá de simplemente administrarla, se requiere de mucho más que un pacto interpartidario de repartición de poder. Y mucho más que el tradicional arreglo de "año y medio vos, año y medio yo". Tienen que inventarse una manera de presidir la Asamblea, durante 3 años, de manera colegiada. Hay que romper el presidencialismo que Sigfrido Reyes ha llevado al borde de la tiranía. Hay que romper con la fatal costumbre que la persona que preside la Asamblea, aproveche su turno para favorecer a su partido.

Para cambiar esto, urge que los dos partidos grandes se dejen de pajas y de sus sueños hegemonistas que de todos modos no son realistas. ARENA y FMLN tienen la responsabilidad de sentarse y ponerse de acuerdo de cómo hacer funcionar el país en los próximos tres años: cómo le van a dar una gobernabilidad basada en la búsqueda de coincidencias y en la capacidad de administrar bien las diferencias.

El parlamento es, en teoría, el lugar idóneo para identificar las coincidencias y para debatir las diferencias - y para así generar gobernabilidad y al mismo tiempo transparencia y credibilidad. Para que esta tarea se convierta en práctica, requiere de un nuevo tipo de liderazgo parlamentario. Este liderazgo lo está reclamando el país.

De todos modos, ¿cuál es la alternativa? Mujeres como ustedes dos no pueden permitir que por falta de madurez de los partidos mayoritarios la presidencia de la Asamblea caiga en manos de hombres como Francisco Merino o Guillermo Gallegos. Sería una vergüenza para todo el país.

El balance y contra balance que generó el pueblo en estas elecciones abre la posibilidad (y pide a gritos) a hacer algo diferente y audaz. No repartir el poder, sino buscar la fórmula de ejercerlo de manera conjunta, colegiada, responsable, consciente y respetuoso de las contradicciones ideológicas, pero también de la necesidad de buscar soluciones a los problemas de la gente.


Tengo años de conocer a ustedes dos como mujeres de fuertes convicciones, pero también de mentes abiertas, y de un sólido fundamento ético y humano. Por esto me convence esta fórmula de poner a ustedes dos a presidir la Asamblea, rompiendo con el machismo, el caudillismo y el presidencialismo. Cada una va a tener su turno en la silla presidencial de la Asamblea, pero no serán dos períodos con dos estilos y destinos diferentes: asumirían desde el primer día hasta el último un liderazgo compartido. Ambas solo pueden ganar con esta experiencia nueva, igual que ambos partidos y el país.
¿Por qué ustedes dos? Porque tienen liderazgo, cada una en su partido y frente a la ciudadanía. Además, para un proyecto tan audaz como el que yo les planteo, se requiere de una fuerza ética e inteligencia emocional que no todos los líderes partidarios tienen. En el FMLN no veo a nadie más que vos, Lorena, que me haga pensar que ejercería este cargo sustancialmente diferente a Sigfrido. En ARENA está Norman, que tiene toda la calificación y experiencia para presidir la Asamblea, pero no necesariamente para superar el presidencialismo.

Voy con ustedes dos, señoras. Es su hora. Ojalá que sus partidos tengan el valor de apostar por esta solución. Saludos, Paolo
(Mas!/El Diario de Hoy)

miércoles, 6 de mayo de 2015

Carta a ANEP

Estimados amigos:
No les gustó mi carta a su invitado, Rudy Giuliani. Lo siento mucho. Pero voy a dejar clara una cosa que tal vez se ha mal entendido: Hubo recomendaciones de Giuliani que tienen todo el sentido del mundo. Sería un enorme avance, si ustedes lograran que el gobierno, aunque sea a regañadientes, acepte aplicar el sistema CompStat que propone Giuliani, para procesar en tiempo real toda la información sobre actividades delictivas y convertirla en instrumento de intervención ágil y focalizada.

Tal vez así, con ayuda del equipo de Giuliani, el gobierno podría aumentar la eficiencia de su policía, basada en información correctamente procesada. Tal vez así, la PNC ya no tendría que recurrir a prácticas obsoletas, no eficientes y además al margen de la ley, como las redadas masivas en los barrios, las capturas indiscriminadas y las ejecuciones extrajudiciales. Ojalá que ustedes tengan la capacidad de convencer al gobierno que implemente este sistema.

Lo que yo critico del concepto de Giuliani no es la metodología que recomienda a la Policía, la Fiscalía y el sistema penitenciario. Critico la filosofía que hay detrás de su concepto: la idea que el problema de la violencia y delincuencia se resuelva creando un sistema que logre capturar, condenar y mantener en prisión a todos los pandilleros. En un país, como El Salvador, donde unas 100 mil familias, con entre medio millón y un millón de personas, vive al margen de la ley, esta idea es absurda.

Mucho de lo que Giuliani recomienda, hay que hacerlo. Pero aunque se haga todo, no tendrá sentido (ni éxito) si no abrimos al mismo tiempo caminos para insertar a este contingente social de más de 10 % de nuestra población al sistema productivo y legal de la Nación.

La frase que más me gustó en el Enade no fue de Rudy Giuliani, sino de Jorge Daboub: "Cero tolerancia al crimen. Cero tolerancia a la exclusión". Esta frase sería perfecta si agregáramos un tercer elemento: "Cero tolerancia a cualquier práctica policial (militar, penitenciaria…) al margen de la ley".
Lo que dijo Daboub va mucho más allá del enfoque de Giuliani de "law enforcement" - la persecución del delito, o la represión. El "law enforcement" es importante, pero no es cierto que es la clave maestra. La recuperación de Nueva York no hubiera funcionado solo con represión del crimen y sin las inmensas inversiones en la economía e infraestructura de la ciudad. Si Giuliani puede dar el impulso para que el gobierno, en vez de deslizar al país hacia una "guerra contra las pandillas" sin eficiencia, inteligencia y estrategia, desarrolle planes eficientes y constitucionales de persecución de delitos, bienvenido sea. Y gracias a ANEP por facilitar este impulso.


Pero de los empresarios de mi país espero más. Espero que la frase de Jorge Daboub se convierta en acción: "Cero tolerancia a la exclusión social". Esta parte de la solución (que obviamente no le interesa a Giuliani, así como no le interesa a nuestro fiscal general) constituye un desafía directo, más que al Estado y su gobierno, a la sociedad civil y, sobre todo, a la empresa privada. Dejen que Giuliani asesore al gobierno para hacer mejor su trabajo, y para que lo haga con apego estricto a la ley, sin ninguna erosión del Estado de Derecho.

De los empresarios de mi país espero que se conviertan en el motor de una sociedad civil que con audacia y creatividad encaren los retos de la inclusión, de la transformación de los barrios, de la creación de oportunidades de reinserción de este 10 % de nuestra población que vive (o sobrevive) al margen del sistema productivo y de la ley. En el documento del Enade hay algunas ideas al respecto, pero lastimosamente como elementos complementarios al enfoque central, que es la represión y el plan Giuliani. Comencemos a trabajar para que estas ideas ganen prioridad, concreción y viabilidad.
Para esto, cuenten conmigo.


(Mas!/El Diario de Hoy)

lunes, 4 de mayo de 2015

Carta a Rudolph Giuliani

Rudy Giuliano en el XV ENADE
Hi, Rudy:
al fin lo conocimos en persona, y me di cuenta que es cierto lo que mis amigos neoyorquinos me habían afamado: usted es un orador que impacta con inteligencia aguda, agresividad y capacidad polémica. Sin embargo, nadie en New York me lo había pintado como simpático – y ahora entiendo porqué.

Requiere de una alta dosis de arrogancia viajar por el mundo ofreciendo recetas contra la delincuencia, cuando todos sabemos que son muy diferentes los orígenes del problema en New York, México DF, Bogotá y El Salvador.

Usted se ofrece como gurú basado en dos destacadas experiencias profesionales: su carrera como fiscal federal y sus casos contra crimen de cuello blanco en el sector bancario y contra la mafia ítalo-americana. Ambas experiencias no son aplicables en El Salvador: no tenemos Wall Street y no tenemos la Cosa Nostra.

Luego fue electo alcalde, y todo el mundo lo presenta como el hombre que redujo en 60% los crímenes y en 70% los homicidios en New York City. Pero esta tendencia de reducción no la provocó usted, Rudy, sino su antecesor en la alcaldía de NYC, David Dinkins. Cuando usted llegó, New York ya tenía tres años de salir de la crisis.

¿Cuál fue la tarea que usted y su jefe de policía, Bill Bratton, enfrentaron en New York? Combatir la mafia y las redes de distribución de droga. Hay que reconocer: Lo hicieron bien. Sobre todo resultó muy efectiva la introducción, por parte de Bratton, de un sistema ágil e integral de datos que permitía focalizar y coordinar bien las intervenciones de la policía.

Hoy usted ofrece su ayuda para implementar este sistema, llamado CompStat. Perfecto. Esta sería un aporte técnico que seguramente nos servirá.

Pero usted viene, más allá de aportes técnicos, con una filosofía, con una receta integral. Y nuevamente, está basada en experiencias que no corresponden a la realidad salvadoreña. Nuestro problema no es la mafia ni el narcotráfico tomándose las ciudades. Nuestro problema son las pandillas, y todo lo que he escuchado de usted y su equipo indica: Ustedes no lo entienden. Confundir las pandillas, que son un fenómeno social y subcultural, con el crimen organizado que usted ha perseguido exitosamente en New York, es un grave error.


Usted promovió, junto con Bill Bratton, la política de “cero tolerancia”, pero no para promover movilizaciones de las comunidades, sino como estrategia policial y judicial: perseguir con mano dura todos los delitos menores que afectan la vida en las calles y vecindarios. Consecuencia: New York y otras ciudades que siguieren esta receta, llegaron a llenar las cárceles con consumidores y distribuidores de marihuana, ladrones de poca monta, jóvenes que han cometido vandalismo, etc. Y comenzaron los raves violaciones de derechos humanos contra las comunidades negras y latinas, que ahora tienen en crisis a Baltimore y tras ciudades.

En Estados Unidos, ya se sabe que este fue el camino incorrecto. Tener preso a gran parte de la juventud afroamericana se ha vuelto un problema, no la solución. Por esto, Bill Bratton fue sustituido como jefe de policía de Los Angeles – y en esta ciudad comenzaron a desarrollar políticas diferentes, basadas en estricto respeto a Derechos Humanos, en el diálogo permanente con las minorías y sus comunidades. Esta es la nueva tendencia en Estados Unidos, no la suya que ya parece obsoleta y por esto está siendo abandonada en ciudades como Los Angeles, Boston, y Chicago.

Su receta es arrestar y procesar a cualquiera que viole la ley, por mínimo que sea el delito. Esto significa, para El Salvador, y dentro del marco de su promesa de “aniquilar a las pandillas”, procesar y mantener en prisión a por lo menos 100 mil personas más de los 30 mil que tenemos. En un sistema carcelario diseñado para 12 mil internos. Esto no puede funcionar, don Rudy. La meta no puede ser tener preso entre 2 y 3% de la población, que significa 15% de la juventud. Es materialmente, financieramente y éticamente imposible.

Usted deje instalado aquí sus sistema ComStat, para mejorar la eficiencia de la PNC. Pero no trate de vendernos filosofías inaplicables y obsoletas. Siéntase con el alcalde de Los Angeles y su jefe policial, analicen con ellos las nuevas filosofías y estrategias, con los cuales han superado los suyos – y luego hablemos.

Good bye, yours truly Paolo
(Mas!/El Diario de Hoy)